Antes de ayer nos fuimos a comer con unos amigos. Son parejas de amigos con los que no nos solemos juntar mucho (las amigas sí, pero con parejas incluídas, nunca), así que la charla fue principalmente relacionada con contarnos sobre nuestras aficiones, actividades recientes y cosas que solemos hacer.
Uno de esos temas fueron nuestros viajes. Y como siempre nos pasa, recibimos las críticas cuando dijimos que viajamos por tierra con nuestras hijas. No sé si somos muy relajados, o nuestros amigos son muy cuidadosos, pero esto siempre nos sucede...Y es que cuando decimos que nos fuimos a conocer la Chiquitanía, siendo Belle una bebé de 7 meses, o cuando nos fuimos al Salar de Uyuni cuando Vale tenía 9 meses y un año y medio nos dicen que estamos locos... Obviamente, y ya lo dije antes, nadie dijo que era facil viajar con niños, pero al final del día, después de desempacar, de sacar la ropa sucia y de darnos cuenta de cuánto nos quemamos, o de ver que habiamos ensuciado el auto más por dentro que por fuera, queda el recuerdo de las maravillas que vivimos juntos, como familia.
No, no estamos locos. La travesía se complica (no lo voy a negar), teniendo niños en el viaje, pero es una complejidad hermosa, porque los paisajes los descubrimos juntos, hacemos que nuestras hijas descubran cosas que descubrimos con asombro nosotros mismos cuando fuimos niños, como la fauna, los hermosos colores de la vegetación, o la curiosa arquitectura de cada lugar.
Particularmente Belle es una admiradora declarada del Salar de Uyuni y considerando que siempre tiene la tendencia a aumentarle sal a su comida, no nos extrañó escucharla decir que quería bajarse del auto a lamer el piso. Incluso la encontramos buscando pedazos enormes de sal para meterlos en una bolsita que había llevado en el bolsillo exclusivamente para ello.
Y, no estamos locos... disfrutar de esto es difícil, pero no imposible y luego, las peripecias que uno pasa son olvidadas y queda en el recuerdo la cara de asombro de nuestros retoños ante las maravillas de la naturaleza por un cerro enorme con forma peculiar o por una mariposa nunca antes vista... Eso es lo que vale la pena.
Qué opinan ustedes?
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