miércoles, 25 de enero de 2012

Preparando el cumpleaños...

Estoy en la cocina de mi casa, preparando un queque de chocolate para el desayuno de cumpleaños de mi esposo. Y es que desde el año en que nos casamos, hace casi 9 años, las ocasiones especiales se empiezan a celebrar desde la mañana en nuestra familia.

El festejado elige el menú para el desayuno, almuerzo y cena. Para este cumpleaños en especial él pidió un queque de chocolate (el cual ya está en el horno), panqueques (los cuales haré mañana temprano para tenerlos calientitos cuando lleguen los invitados), y pan. Los invitados serán mis suegros, mis cuñadas (el hermano mayor de mi esposo vive en otra ciudad, así que no estará) y los sobrinos.

También será un cumpleaños especial porque pedí el día a cuenta de vacación en el trabajo, así que estaré todo el día al lado de mi amorcito para festejarlo y aprovecharemos también de pasar algo de tiempo adicional de calidad con nuestras Belle y Vale, que tanto necesitan de sus papás

La verdad es que no me pudo tocar mejor esposo que el que tengo, en esta ruleta rusa que es la loca vida. Llevamos casi 9 años de seguirnos descubriendo y de seguir aprendiendo, cada día, algo el uno sobre el otro. En mi caso, creo que llevo la mejor parte, pues tengo un esposo maravilloso a mi lado, responsable, trabajador, cariñoso y un padre ejemplar.

Este post está dedicado a él, quien es mi equilibrio y el soporte de mi vida.

FELIZ CUMPLEAÑOS CARIÑITO...!!! Que lo mejor de estos 33 años de vida sean recuerdos maravillosos que te llenen la vida de felicidad. El resto... ya te lo digo en persona en... 2 horitas, cuando sea tu cumpleaños

jueves, 19 de enero de 2012

Aclaración: No estamos locos

Antes de ayer nos fuimos a comer con unos amigos. Son parejas de amigos con los que no nos solemos juntar mucho (las amigas sí, pero con parejas incluídas, nunca), así que la charla fue principalmente relacionada con contarnos sobre nuestras aficiones, actividades recientes y cosas que solemos hacer.

Uno de esos temas fueron nuestros viajes. Y como siempre nos pasa, recibimos las críticas cuando dijimos que viajamos por tierra con nuestras hijas. No sé si somos muy relajados, o nuestros amigos son muy cuidadosos, pero esto siempre nos sucede...Y es que cuando decimos que nos fuimos a conocer la Chiquitanía, siendo Belle una bebé de 7 meses, o cuando nos fuimos al Salar de Uyuni cuando Vale tenía 9 meses y un año y medio nos dicen que estamos locos... Obviamente, y ya lo dije antes, nadie dijo que era facil viajar con niños, pero al final del día, después de desempacar, de sacar la ropa sucia y de darnos cuenta de cuánto nos quemamos, o de ver que habiamos ensuciado el auto más por dentro que por fuera, queda el recuerdo de las maravillas que vivimos juntos, como familia.

No, no estamos locos. La travesía se complica (no lo voy a negar), teniendo niños en el viaje, pero es una complejidad hermosa, porque los paisajes los descubrimos juntos, hacemos que nuestras hijas descubran cosas que descubrimos con asombro nosotros mismos cuando fuimos niños, como la fauna, los hermosos colores de la vegetación, o la curiosa arquitectura de cada lugar.

Particularmente Belle es una admiradora declarada del Salar de Uyuni y considerando que siempre tiene la tendencia a aumentarle sal a su comida, no nos extrañó escucharla decir que quería bajarse del auto a lamer el piso. Incluso la encontramos buscando pedazos enormes de sal para meterlos en una bolsita que había llevado en el bolsillo exclusivamente para ello.

Y, no estamos locos... disfrutar de esto es difícil, pero no imposible y luego, las peripecias que uno pasa son olvidadas y queda en el recuerdo la cara de asombro de nuestros retoños ante las maravillas de la naturaleza por un cerro enorme con forma peculiar o por una mariposa nunca antes vista... Eso es lo que vale la pena.

Qué opinan ustedes?

lunes, 16 de enero de 2012

No me hagan comer eso!

La familia de mi esposo es del oriente y mi familia es del altiplano... es obvio que las diferencias culturales son evidentes, pues el oriente es "tropical" si se puede llamar así, mientras que el altiplano es frío. De igual manera las costumbres son diferentes, tanto en la alimentación, como en muchas otras cosas... el oriental es más fiestero; el altiplánico es más reservado (debí ser oriental jajajaja)

Hoy se puso en evidencia la diferencia del menú en nuestra mesa. La señora que cocina en la casa trabajó un buen tiempo en casa de mi suegra, de manera que sabe cocinar los platos "típicos" del oriente. Por otro lado ella misma es del altiplano, y con las cosas que le enseñé yo, hace comida "occidental". Ella es tan independiente que ni es necesario dejarle una sugerencia de menú para que cocine. Y casi nunca tengo sorpresas desagradables... hasta hoy.

Y sucede que la comida que menos me gusta es el famosísimo locro. Además es sabido que a las personas que no son del oriente, no suele gustarles el locro, así que lamento informar que soy una más del montón. Y tuve que comer... no logré terminarlo por completo, pero tuve que comer algo... rogando que se enfríe de una vez para poder terminarlo de un tirón

Cuando puse la cara de desagrado, mi marido, con la risa ahogada me dijo que lo mismo le pasa cuando come guiso de lentejas... y pensé que es lo mismo que le pasa con el pastel de quinua que me encanta, pero a él no le hace gracia para nada.

Eso sí, el refresquito de achachairú (también oriental) que había en el almuerzo, no me lo perdía ni loca!

Bueno... eso nos pasa por querernos en la diversidad no?

viernes, 6 de enero de 2012

Soy despistada!

Hace unos cuandos domingos mi mamá nos contó cómo el papá de una amiga suya (abuelito de un entrañable amigo mío), que tiene más de 100 años, se esfuerza por no olvidar las cosas repitiendo las cosas que debe hacer, como un "check list". Yo me puse a hacer memoria de las veces en que salí de mi casa, segura de dejar todo cerrado, haber echado llave cada puerta, pero tuve que volver corriendo cuando la alarma empezó a sonar como loca porque había dejado una ventana abierta y el viento había hecho volar las cortinas. No me pareció nunca algo terrible... hasta que me puse a pensar: Qué pasará cuando sea mucho más viejita, y empiece a olvidar las cosas.

Y es que soy distraída. y aquí algunos ejemplos:
  • Cuando Belle era bebé (aprox 2 meses o 3), fuimos a almorzar a la casa de mi cuñado. Terminamos de comer y nos volvimos a casa... al poco rato necesitaba darle leche a la bebé y casi muero cuando me di cuenta que la había dejado (la lata entera) en casa de mi cuñado... Belle no lloró ni un poquito porque parecía que sabía de mi desesperación, pero en cuanto llegó mi cuñado con la lata (que según yo pasó una eternidad), empezó a llorar reclamando... ese fue un jalón de orejas y nunca más lelvé toda la lata a los compromisos. Solo llevaba un poco de leche (lo suficiente)
  • Creció Belle, pero aún bebé. Fui al Supermercado con mi hermano. Como no quería andar con la cartera al hombro y la bebé en brazos, estaba solo con la billetera en la mano. Al subir al auto, para irme a la casa, acomodé a mi bebé en el auto y me fui. Cuando llegué a la casa me di cuenta que, para acomodarla había puesto la billetera en el techo del auto (para tener esa mano libre) y había olvidado recogerla DEL TECHO!!!. Por suerte luego del corto viaje a casa, la billetera seguía ahí. En este caso puedo decir que podría volverme a pasar :)
  • Y la más reciente y fresquita: Después de Navidad (el 26), mi cuñado invitó a Belle y Vale, junto a otros 2 primos, al cine. Como yo había llevado únicamente una mochila con pañales, leche y dentro tenía mi billetera y la cámara fotográfica, saqué estas últimas para poder mandar a mis hijas al cine con su tío. Tuve bien presente donde tenía la billetera... pero la cámara... la había perdido de mi memoria. Me hice a la loca (lo confieso), hasta que el 29 nos tocaba alistar las cosas para viajar (tema para otro post) y terminé llorando porque no encontraba la cámara. Más pena me daba por las hermosas fotos que había tomado y que no había bajado a la computadora. Fui al auto, linterna en mano, para buscar en todos los rincones, pero nada; bajo los asientos, nada; en la guantera, nada; en los bolsillos de las puertas, nada; en la maletera (nunca pondría ahi la cámara!!!), nada. Finalmente tuve que viajar sin cámara completamente triste por no poder registrar el viaje con imagenes (creo que tengo alma de paparazzi). Viajamos el viernes... y el domingo encontre la cámara debajo del asiento, al subir al auto después de almorzar.
En fin, supongo que empezaré a tomar más atención. Ya les contaré más sobre mi despiste.